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Maratón de Castellón - No era el día

Preparación

Una vez finalizada la temporada pasada de asfalto en abril, me marqué como objetivo de otoño el maratón de Castellón. La gran marca lograda en la MM de Cambrils hizo que por primer vez me plantease la posibilidad de conseguir las 3h en la distancia de Filípides.


El específico comenzó a finales de agosto. Las primeras semanas simplemente de acumulación de kilómetros, y a partir de septiembre ya con sesiones de calidad, muchas de ellas con la inestimable compañía de Alex, Josep, Isidre, Jordi, Joan, Arnau, Adrià …. Finalmente han sido casi 1.200 km en quince semanas (aprox unos 80 km/semana). Aunque los entrenamientos han ido saliendo según lo programado, la preparación ha sido una montaña rusa de sensaciones. Unos días veía muy cerca el objetivo de las 3h y sin embargo otros me parecía una quimera inalcanzable.


A tres semanas del maratón, me aparecen unas pequeñas molestias en el gemelo de la pierna izquierda y en el isquio de la derecha. Lo del gemelo no pasa de ser una simple sobrecarga, y tras la sesión de fisio y un par de días de descanso queda olvidada, pero el isquio estaba contracturado. Una molestia que no me impedía correr rápido, pero que todo el rato me advertía que estaba ahí. Desde entonces, estos últimos días han sido de ir con mucho cuidado, sin forzar ritmos e incluso acortando los entrenamientos si notaba la más mínima molestia.


Por otro lado, del trío que teníamos que ir juntos en la carrera, Alex finalmente no puede correr en Castellón, e Isidro llegará muy castigado después de la locura de haber corrido Valencia tres semanas antes de Castellón.


Así llegamos al día esperado.


La carrera


Tras una noche sin apenas poder dormir más de tres horas (¿se puede entrenar lo de dormir la noche anterior al maratón? :P), nos metemos en el coche para hacer los poco más de 140kms que tenemos hasta Castellón. Llegamos a las 7:45h y vamos directamente al hotel dónde han dormido los compañeros que nos recogieron el dorsal en día anterior. Un café rápido, paso por el lavabo, últimos preparativos y hacia la zona de salida, dónde tenía que encontrarme con Fran y Laura, que hacían la carrera de 10k, y Rober, que correría su segunda maratón. Al final sólo tuve tiempo de hacerme una foto rápida con Laura y Fran.

Dejamos las bolsas en las furgonetas de guardarropa y nos dirigimos cada uno a nuestros respectivos cajones de salida. Los últimos minutos se hacen eternos, y el pequeño retraso de un par de minutos de la salida tampoco ayuda mucho a sosegar los nervios.


De la salida al K5 (20'55” – ritmo 4'11”)

Por fin suena el Carmina Burana y el disparo para ponernos en marcha. La salida es conjunta con la carrera de 10K pero cada carrera por carriles diferentes lo que hace que no haya aglomeraciones y se pueda correr a buen ritmo ya desde el principio. Aunque intentamos controlar, los dos primeros kms salen más rápidos de lo deseado, pero aún así, el globo de las 3h nos saca unos metros de distancia.


Al paso por el K5 veo por primera vez a la familia. Ellas hacen su particular maratón para poder darme ánimos en diferentes puntos del recorrido.


Del K5 al K10 (21'00” ­ ritmo 4'12”)

Empiezan las primeras dudas. Vamos un poco más rápido de lo previsto pero aún así las liebres de las 3h nos siguen sacando unos 50 metros de distancia. No sé si apretar un poco y alcanzar al grupo o ponernos a ritmo de 4'15”. Isidre se nota que no va bien porque en la subidita del K7 se queda un par de metros detrás. Aprovechando la bajada la inercia nos hace alcanzar al grupo.


Del K10 al K15 (20'55” ­ ritmo 4'11”)

Ya dentro del grupo corro más cómodo, aunque siempre con la sensación de ir un puntito por encima de lo ideal. Aún así el pulso sigue constante. En el K12 tomo el primer gel. Bebo un poco de agua en todos los avituallamientos, y me obligo a beber isotónico de vez en cuando (qué malo que es el Gatorade !!!).


Desde hace unos kilómetros que empiezo a notar la maldita molestia del isquio, pero al igual que durante los últimos días, no impide que pueda correr rápido.


Del K15 al K20 (21'18” ­ ritmo 4'15”)

Acabamos de callejear y encaramos la ida hacia el puerto. Una avenida eterna de tres kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Las liebres se han dado cuenta que llevan mucha ventaja y bajan un poco el ritmo. De vez en cuando echo la vista atrás para comprobar si sigue Isidre que se ha quedado a cola del grupo. Vuelvo a ver a la familia en el K19 cosa que siempre da ánimos.


Del K20 al K25 (21'22” ­ ritmo 4'16”)

Justo al final del Paseo, al llegar al puerto, damos la vuelta y pasamos por el arco de la MM en 1h28’50”. Está claro que hemos ido un poco más rápido de lo previsto pero ahora ya no hay vuelta atrás. Espero que no lo acabe pagando más adelante.


Pasada la MM es cuando mejor me encuentro, y sin quererlo me veo en cabeza del grupo al lado de las liebres.


Del K25 al K30 (21'19” ­ ritmo 4'16”)

Volvemos al centro de Castellón, aunque todavía por calles anchas. Justo en un giro de 180º compruebo que Isidre definitivamente ha perdido contacto con el grupo y ya ha perdido poco más de dos minutos. Definitivamente el ritmo se ha estabilizado entorno los 4’15” pero aún así llegamos al K30 con algo más de un minuto de ventaja respecto el objetivo de 3h.


Voy tan concentrado que casi me olvido de tomarme el gel en el K25.


Del K30 al K35 (24'00” ­ ritmo 4'48”)

Aunque sigo en la parte delantera del grupo, empiezo a pensar que no sé si podré aguantar los 12 kilómetros que quedan. Llega la hora de hacer cálculos. Si aguanto hasta el K35 con el grupo y con un minuto de ventaja, puedo bajar el ritmo casi 10”/km y lograr el objetivo.


Pero justo antes de llegar al K32 se van al traste las matemáticas. De repente noto un dolor en el isquio que me hace parar de golpe (aún no sé cómo no se me llevaron por delante los que iban detrás). Intento apoyar la pierna pero a la que pongo el pie en el suelo vuelve la contractura. Pienso seriamente en retirarme porque casi no puedo ni andar. De hecho los primeros pasos son hacia atrás en dirección a un guardia urbano para preguntarle como volver hacia la zona de meta. Estiro durante un minuto y veo que al menos puedo andar. Intento trotar y el isquio aguanta, así que decido intentar llegar al menos al K35 que es el siguiente punto dónde estaba la familia.


Puedo rodar entorno a los 4’45”, pero a la que intento forzar un poco el isquio se queja, así que decido olvidarme de ritmos e intentar llegar a meta ni que sólo sea por mi mujer y mis hijas.


Del K35 a Meta (36'55” ­ ritmo 5'10”)

Los últimos kilómetros se me hacen eternos. No paramos de callejear y ves gente rodando en dirección contraria a la tuya que no sabes si van o vienen. Eso sí, la gente no para de animar y hace más soportable el suplicio.

Ya no es sólo el isquio, sino que también me ha venido un bajonazo increíble. A partir del K40 paro a andar dos o tres veces. Ya me da igual 3h05’ que 3h08’.

Antes de dar la última curva veo a Laura y Fran que se han quedado para verme llegar (gracias !!). Encaro la recta de llegada y busco con la mirada a la familia. Sólo tengo ganas de llegar y darles un abrazo.

Al final 3h07’42”



Análisis post-carrera


Primero comentar el tema de las liebres, no como crítica, nunca criticaré una labor tan difícil y encima realizada de forma altruista, sino simplemente como constatación de lo sucedido.

Como pace-makers de 3h empezaron tres corredores, uno que llevaba el globo y otros dos que le acompañaban. El ritmo fue un poco rápido ya desde el inicio para el objetivo buscado (pasamos la MM con 70” de adelanto). Antes de la MM se unió otro corredor con la camiseta oficial de pace-maker. Uno de los acompañantes abandonó en el K24, según comentó ya lo tenía previsto así. El otro acompañante lo pasé yo en el K41 y al final acabó en 3h08’ y el tercero, el del globo, acabó en 3h02’, no sin antes de perder contacto con el grupo, pasar el globo al que se unió en la MM, que finalmente fue el que entró en meta (entró en 2h59’30” parándose completamente en la recta de meta. Los del grupo del globo de 3h entraron en 2h58’50”).


Personalmente creo que por el afán de correr dentro del grupo de las liebres, equivoqué la estrategia de carrera. Echando la vista atrás creo que debería haber sido más comedido al principio y correr un poco más lento hasta la MM. Aunque no hubiera tenido el problema del isquio dudo mucho que hubiera aguantado el ritmo hasta el final, y por mucho que hubiera querido administrar el minuto de diferencia que llevaba hasta el momento no sé si me hubiera dado margen para conseguir el objetivo de sub3h.

Además, en los kilómetros finales ya no era sólo el dolor del isquio el que me impedía ir un poco más rápido. No sé que sería pero me notaba como “empachado”, con el estómago lleno. De hecho llegué al avituallamiento de meta y no tomé absolutamente nada. No me apetecía ni bebidas, ni comida, ni siquiera pararme en las tumbonas de los fisios o los cubos de agua helada. Más tarde, al salir de la ducha, tuve una importante bajada de azúcar con mareo y sudores fríos …. Otra lección aprendida: por muy mal que llegues a meta, bebe, come y tómate tu tiempo para recuperar bien.


Como suele pasar, acabé la carrera pensando que nunca más volvería a intentar el sub3, y sin embargo hoy ya estoy mirando el plan de entrenamiento para conseguir ese objetivo en Barcelona :P

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